Carne tierna

Aquello se suponía que sería solo otro fin de semana más, unos días yendo a la playa, disfrutando que Sara, mi mejor amiga de la infancia, venía a visitarme desde Madrid.

En un principio, solo vendría ella. Luego, de improviso, me dijo que no podía venir sin su pareja José, un hombre alto y un poco ausente. Eso estaba bien, José y yo hemos charlado un par de veces y me parece buena gente. El problema es que, al recibirlos, me di cuenta de que tenía tres huéspedes en vez de dos.

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